sábado, 15 de junio de 2013

Quisiera preguntarte...




Por primera vez el sonido del timbre se había vuelto totalmente aterrador para mí, tenía miedo y hasta ahora no puedo definir con exactitud el porqué.  Trate de guardar mis cosas aparentando calma mientras que los sentimientos revoloteaban alocadamente dentro de mí. Cuando traspase el portón del colegio me sentía como si saliera de mi refugio de guerra. Decidí caminar para calmarme y despejarme de sentimientos alocados, pero solo se acumularon mientras revivía la escena en mi mente: dejaba de planchar mi uniforme de golpe al escuchar; “tu padre llamo y te estará esperando cuando regreses”. Durante todo el camino sentía el “te estará esperando”  latiendo en mi mente. Cada paso se convertía en un gran avance el doble del anterior; no quería llegar a casa, tenía miedo. Un miedo que ahora creo que no tenía sentido.






Divise mi casa a lo lejos y dudé al dar el paso que me situaba dentro de mi casa. Me encontré con la mirada de mi mamá y nos saludamos torpemente a causa de mi nerviosismo que se había hecho notorio por mis dedos fríos, frente sudorosa y mi tartamudeo mal disimulado. Entre a la sala y lo vi por primera vez. Él estaba allí sentado en el sofá, del cual se puso de pie para saludarme con un abrazo que yo respondí también, torpemente. Me tire al sofá para escuchar sus explicaciones (que eran excusas en realidad) que según él le darían sentido lógico el hecho de dejarnos a mí y a mi madre cuando apenas había aprendido a caminar. No sé cuánto duro la conversación (que en realidad fue un monologo, con afirmaciones y negaciones con la cabeza como únicas intervenciones mías) y no recuerdo mucho de aquello. Pero sé que finalizo con la promesa de enviarme una pensión voluntaria y la respuesta inmediata de cualquier petición excepcional de mi parte.Luego de aquello me dijo que quería salir a comprarme cosas “unos regalitos antes que vuelva a lima” dijo. Mientras me cambiaba el uniforme barajaba a las personas a  quienes pediría auxilio de compañía. Le pedí a mi mama quien no quería (creo que era porque era un ambiente un tanto incomodo al ser un acercamiento forzado), pero luego acepto. Creo yo que fue porque se unió mi prima quien desentonó esa familiaridad intima, hecho que le alivio a mi mamá. A mí también.



 Me dio a escoger el lugar al que iríamos a cenar; elegí la pizzería. Y siguió su monologo…pero esta vez tenía una salida: lo evitaba hablando sobre otros temas con mi prima. No me interesaban “sus razones” yo ya había asimilado mi vida de esa manera y punto. Nadie era culpable de nada simplemente sucedió, tal vez me prive de cosas pero tuve oportunidades que otros no podían tener. Cada día del padre lloraba la ausencia del que tenía a mi costado comiendo pizza, pero mi abuelo llenaba el vacío, en aquel entonces el vacío para mí era no tener a nadie a quien dar mi trabajo manual del día del padre que hacía en la escuela. Cuando el abuelo murió yo lloraba más sin darme cuenta de la presencia y esfuerzos de alguien. A mi corta edad había llegado a comprender que lloraba por alguien a quien  no conocía como era. Lloraba porque tenía una idea equivocada de un padre, pensando que los padres que yo conocía se parecían al mío. Pero yo en realidad al mío no le importaba. Recordé entonces las largas esperas en salas de locutorio intermediadas por muchos otros intercomunicadores, que, no importa cuántas veces u horas esperaba mi madre, todos al final tenían la misma respuesta: él no estaba. Sabía que yo existía, conocía donde vivía. Entonces porque no me busco?. Llore mucho al darme cuenta de la cruel respuesta. Yo creo que ese día cicatrice mi herida porque hasta ahora nunca más volví a llorar por su ausencia. Ahora él estaba hablándome como sin con cada gesto mirada acción o regalo me pidiera perdón. No hay nada que perdonar papá. Dios permitió que sucediera esto y él es perfecto.


Llegue a mi casa con un celular, tres panetones, ropa y zapatillas. A la mañana siguiente me llamo muy temprano avisándome que traería el desayuno a mi casa porque luego regresaría a Lima. Después del desayuno lo acompañamos a la puerta me dio un par de consejos mientras me despedía de la misma manera que me saludo; con un abrazo. Esa fue la primera y la última vez que lo vi en toda mi vida. Desapareció el junto con sus promesas. El celular llego a ser robado, los panetones consumidos, las ropas al igual que las zapatillas envejecieron y ahora no me queda nada de él solo el recuerdo de ese día en mi mente.

Siempre quise tener un secreto familiar (como veía en las películas). Ahora me doy cuenta que tengo uno; no es un secreto en realidad pero es una gran duda que estoy irrevocablemente segura que jamás me atrevería a preguntar aunque me la curiosidad me rebalsara. Quisiera preguntarte mami…¿cómo conociste a mi papá?